El 13 de abril, Irán lanzó más de 300 drones a territorio israelí en respuesta al bombardeo del 1 de abril a su Consulado en Siria, del cual ha responsabilizado a las fuerzas armadas de Israel. Los drones fueron interceptados por el sistema de defensa aéreo de Israel con la ayuda del Pentágono estadounidense y la inédita ayuda de Jordania y Arabia Saudita, quienes permitieron que se utilizara su espacio aéreo para evitar pérdidas humanas y materiales.

El ataque se dio en medio de las tensiones y roces entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y el presidente estadounidense, Joe Biden, dejando en claro que la decisión de atacar a Irán no fue coordinada, sino que fue un riesgo que decidió tomar Israel para matar a altos comandantes de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.

Tras el ataque, Netanyahu y Biden sostuvieron una llamada para definir la ruta a seguir, sin embargo, Biden recomendó que no se diera una respuesta al ataque ya que podría conducir a un aumento de la crisis en Medio Oriente. Por su parte, Irán hizo lo suyo para que la crisis no se acentuara y su ataque fue considerado más como un espectáculo, al lanzar misiles que tomaron horas en llegar a territorio israelí, dando tiempo al gobierno de responderlo. Asimismo, aseguró que no habrá más ataques a menos que Israel decida responder, dejando ver que el lanzamiento de los drones fue solo una advertencia a lo que podría ser un ataque real.

El accionar iraní representó un respiro para Netanyahu, al sacar de los titulares la guerra en Gaza y la falta de ayuda humanitaria en el territorio, además de la inminente ofensiva terrestre en la ciudad de Rafah, donde se refugian miles de palestinos de la guerra. Sus decisiones le han costado el apoyo tanto de sus aliados internacionales como los nacionales, al tiempo que enfrenta protestas en su país que exigen su destitución por no haber alcanzado aún los objetivos por los que inició la guerra hace 6 meses, rescatar a los rehenes y destruir a Hamas.

El dilema para Netanyahu se da ante una posible respuesta a Irán, ya que el reciente apoyo brindado por la comunidad internacional podría desvanecerse si decide actuar. Netanyahu es consciente de su aislamiento internacional, en el cual se sumiría aún más si descarta las recomendaciones de Biden. Por otro lado, su gabinete de guerra lo ha presionado para dar una respuesta al ataque, mientras que su posición como primer ministro está sujeta a la decisión que tome ya que la única razón por la que se detienen las protestas en su contra es una unidad nacional contra los “enemigos de Israel”.

El reciente ataque representó una victoria para Israel, que logró detener todos los drones antes de llegar a su territorio, por lo que a ojos del presidente Biden no sería necesaria una respuesta, aunque aún está la pregunta si Netanyahu escuchará al presidente Biden o a su gabinete de guerra.

Secretaría de Asuntos Internacionales

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