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COLUMNA DE OPINIÓN: ARGENTINA, LA CULPA NO ES DE MILEI
COLUMNA DE OPINIÓN: ARGENTINA, LA CULPA NO ES DE MILEI

Argentina
Viernes, 18 de agosto de 2023

Comunicado


Esta semana la agenda latinoamericana ha sido dominada por el triunfo de Javier Milei en las primarias de Argentina, repitiéndose las mismas conclusiones: “Milei es un extremista de derecha”, “es un populista”, “no es patriota”, “es un peligro para la nación”, e incluso se le compara con Hitler.

Milei podrá ser lo que quiera, pero el etiquetarle todos esos calificativos en nada ayuda para entender el fenómeno que es. Milei bien podría ser un desquiciado gritando en medio de la calle, pero si sus dichos fueran incoherencias, entonces nadie lo escucharía. Y precisamente esa es la cuestión, Milei es alguien que en televisión grita (literalmente) las maldiciones y enojos que tienen la gran mayoría de los argentinos. Milei vocifera “zurdos de mierda” o manda al carajo a “la casta política” por ser “rémoras que jamás han producido dinero o empleos”; lo hace en un país hiper politizado donde ambos bandos del espectro ideológico se atacan constantemente, gobierne quien gobierne, lo que deja un caldo de cultivo perfecto para que sea aprovechado por alguien con buen olfato político.

La división entre argentinos es llamada por ellos como “la grieta”, y esa separación es tan real y latente que incluso entre quienes aborrecen al actual gobierno peronista se están dividiendo entre Milei y Patricia Bullrich (de Juntos por el Cambio), siendo, de momento, mejor recibido aquel que traduce eficazmente el enojo de la ciudadanía.

¿Qué tanto han soportado los argentinos? Años de crisis económica, devaluaciones de facto cada mes, poder adquisitivo que se desploma, migración de jóvenes argentinos, escándalos sobre corrupción e incluso fiestas en el gobierno durante la pandemia o el “vacunatorio VIP”. ¿En verdad es tan difícil comprender de dónde emergió Milei?

Como lo fue Donald Trump para la democracia estadounidense o Jair Bolsonaro para la brasileña, Milei no es otra cosa que el síntoma más visible de una enfermedad que llevaba tiempo incubándose en la democracia argentina: insatisfacción con la misma, sus alcances, logros y con el sistema en general.

Milei es esa tos que nos “sorprende” y nos hace pensar “maldita sea, ya me enfermé”, cuando llevábamos días mojándonos bajo la lluvia y conviviendo con otras personas enfermas. ¿Sorpresa? Ninguna, quien se diga sorprendido por el fenómeno Milei debe acudir urgentemente con su optometrista político de confianza.

Esta semana hablamos de Milei, pero en años recientes lo hemos hecho de Trump, Bolsonaro y hasta de Nayib Bukele. Así que la izquierda y el progresismo latinoamericano debe entender que es momento de parar de calificar a “los Mileis” que aparecen y ponerse a reflexionar qué se ha hecho mal.

Pocock  retoma a Maquiavelo para explicarnos que “la Fortuna se define, ante todo, como la incertidumbre que acompaña a la vida política producto de sus circunstancias”; para el caso argentino hay que considerar unas circunstancias desastrosas, casi ruinosas. Entonces, Argentina, la culpa no es de Milei…

Secretaría de Asuntos Internacionales

CEN del PRI



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