El 26 de julio en Níger ocurrió un golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Bazoum, quien había sido electo en febrero de 2021. El suceso fue celebrado por la población, contrario a la narrativa de los medios occidentales, los cuales no podían creer que una interrupción democrática fuera bien recibida.
Aquella ceguera occidental, y particularmente francesa, ocurre por un problema casi ancestral: la idea de la superioridad occidental sobre cualquier otra cultura. Según el Democracy Index 2022, Níger era el país 112 de 167 evaluados, quedando en claro el tipo de “democracia” que se tenía y ofreciéndonos una idea del endeble Estado de bienestar que existía, si es que lo había.
La llegada al poder de una Junta golpista puede recibir la censura internacional, pero son los nigerinos quienes deben determinar su legitimidad y duración. Sin embargo, esto último poco importa dada la importancia geopolítica de Níger: se ubica en el corazón del Sahel y cuenta con importantes recursos naturales como el uranio.
Las tropas de Francia ya fueron expulsadas de Malí hace un año (por otra Junta golpista) y ahora Níger les exige que salgan de su territorio. ¡Imposible! Grita la mente francesa, ¿cómo salir de Níger y dejar su uranio?, ¿cómo partir y dejarle semejante botín a otra nación?, ¿a Rusia? ¡Imposible! ¿Y verse obligados a negociar veladamente con Putin para reducir su apoyo a Ucrania a cambio de mantener sus tentáculos sobre Níger? ¡Sacrebleu!
Sería iluso calificar a la Junta golpista de Níger de “revolucionaria” o “libertadora”, es prematuro para eso, pero es una realidad que su llegada al poder generó un apoyo social que catalizó el enojo, resentimiento y creencia de los nigerinos sobre un asunto: “el gobierno era un títere de Francia, la cual saqueaba nuestros recursos como si aún fuéramos una colonia”.
Y es que África, por no mencionar a Latinoamérica, el Caribe y Asia, aun supura de las heridas de la etapa colonial. Recién intentaba asentar sus nacientes democracias e instituciones cuando occidente le impuso la globalización a cambio de acceder a préstamos y cooperación. Y no debe malinterpretarse esas palabras, la globalización tiene bonanzas y ventajas, pero estas se aprecian cuando nuestros países ya están integrados al mundo contando con un suelo social equitativo mínimo, cosa que no ocurría entonces ni ahora en África.
Francia ya ha anunciado que no retirará sus tropas de Níger porque considera que el gobierno actual no es legítimo, sumado al rumor de que ha realizado ataques aéreos y liberado terroristas. Al mismo tiempo la CEDEAO (con 11 países africanos con membresía plena) debate en extremis si inicia o no su intervención militar sobre Níger. Las tensiones están al máximo y el escenario a futuro es incierto, pero cerramos dejando una pregunta al aire: ¿En verdad nadie en el gobierno francés piensa que el cómo ha tratado y está tratando a Níger envía un estremecedor mensaje de alerta, una premonición, al resto de naciones africanas?
Secretaría de Asuntos Internacionales
CEN del PRI