El Genio de la Estampa.
La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas,
güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera
José Guadalupe Posada Aguilar nació el 2 de febrero de 1852, en Aguascalientes. Estudió en la Academia Municipal de Artes y Oficios, y con sólo diecinueve años se inició en la prensa gráfica como dibujante.
En 1872 se trasladó a León, Guanajuato, donde además de litógrafo, se desempeñó como profesor. En 1888, llegó a la Ciudad de México, donde abrió su propio taller e inició la etapa más conocida de su vida artística. Colaboró para varios periódicos: La Paria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo y El Hijo del Ahuizote.
Como dibujante, grabador y litógrafo, se convirtió en un auténtico cronista gráfico de la tragicomedia mexicana de un siglo que terminaba y otro que nacía; con gran imaginación, capacidad crítica y sentido humorístico, representó la vida y la muerte, la marginalidad, el dolor, el placer, el amor y lo mexicano.
El litógrafo fue inspiración para artistas como Diego Rivera, quien alguna vez declaró, “seguramente, ninguna burguesía ha tenido tan mala suerte como la mexicana, por haber tenido como relator justiciero de sus modos, acciones y andanzas, al grabador genial, el incomparable Guadalupe Posada”.
Posada fue un hombre sencillo y solitario, un artista de talla universal, del que muy poco o casi nada se sabe, pues no dejó testimonios escritos ni descendencia. De su extensa producción gráfica, estimada en más de veinte mil grabados, que no fue reconocida sino hasta años después de su muerte, destacan sus célebres “calaveras”, consideradas las imágenes plásticas más importantes de la iconografía mexicana durante el Porfiriato.
Murió en absoluta soledad y pobreza, el 20 de enero de 1913, en la Ciudad de México.
Referencia:
José Guadalupe Posada visto por Diego Rivera. Guadalupe Rivera Marín. Ink.
Litografía. Manual de apoyo para el taller. Raúl Cabello Sánchez. ENAP.
Referencia de imagen:
Museo del Estanquillo.